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martes, 20 de noviembre de 2007

El mono y las estrellas


Hay una remota isla en mitad de un mar perdido. Ummm…no , no te voy a decir donde, sino dejarían de ser un mar perdido y una isla remota. Ya nadie sabe guardar secretos.

Por donde iba?…

Ahh... sí. Una remota isla en un mar perdido. Una isla que está habitada por monos. Una antigua estirpe de monos que después de viajar por todo el planeta decidieron vivir en aquella isla a la que llamaron Edén. Cuentan que eran muy felices caminando desnudos por ella, despreocupados y libres. Pero eso fue hace mucho, mucho tiempo. Hoy llevan ropas y hablan por teléfono y ya no son tan felices.

El protagonista de nuestra historia vivía allí. Era un mono más. Bueno, no exactamente. Por las noches salía a caminar desnudo y saltaba de un árbol a otro, mientras aullaba extrañas canciones. Los otros monos decían que era un mono loco, que perseguía la luna. El mono se reía en secreto de ellos y pensaba que eran ellos los locos que no sabían ver. Ver la noche estrellada de luces que miraban y bailaban al ritmo de antiguas danzas que se olvidaron en el tiempo. Las estrellas divertidas se movían escuchando silenciosas el bumbabumbabum que hacia el mundo al girar. Entre todas ellas había dos que se fijaron secretamente en él. Les gustaba el mono loco. Se habían acostumbrado a sus juegos y danzas y ya no sabían vivir sin ellos. Así que se pasaban todo el día esperando que se retirara el sol para que el mono saliera a bailar con ellas. Igual que el mono se pasaba todo el día esperando que llegara la oscura noche a salpicar de estrellas el cielo. Pero había noches sin estrellas que enloquecían al mono y los días se hacían eternos mientras las noches eran siempre demasiado cortas. Así que, el mono, nunca era del todo feliz. Y , entre las estrellas, aquellas dos que bailaban coquetas entre las demás, agotaban la noche en un sorbo, de manera que siempre eran sorprendidas por el alba sin poder terminar su noctámbulo vals.

Una noche, ellas, decidieron cambiar su destino. Abandonaron aquel cielo estrellado y se dirigieron a un árbol que por las noches rascaba la espalda de la luna. En él vivía un anciano druida que aun recordaba aquellas danzas y muchos otros secretos. Hicieron un pacto con él. Y él ideó un sortilegio. Un truco, para conseguir que las estrellas pudieran brillar por el día. Podrían vivir encerradas en los ojos de una princesa. Pero ya nunca podrían salir de allí. Las estrellas dudaron un instante, un segundo sólo, antes de aceptar vivir para siempre en aquella pequeña cárcel.

El mono como todas las noches salió a perseguir las estrellas en aquella danza infinita. Era feliz. Pero esa noche sucedía algo extraño. El cielo ya no brillaba como antes. Faltaban dos estrellas, las más bellas. Aquellas que se escondían a jugar entre las otras, mirándole tímidamente. Transcurrieron las noches y las estrellas perdidas nunca volvieron. El mono perdió el interés, ya no quería salir a bailar. Se escondía al fondo del bosque. Gritaba. Saltaba. Se golpeaba el pecho…. Un día entre los árboles descubrió un brillo que le resultó familiar. Se acercó y vio a una princesa llorando. Era muy bella y parecía asustada. El la consoló y abrazó. Se sentía bien a su lado, así que se quedó con ella.

Y pasaron muchos días, no se cuantos....

Hasta que se sintió suficientemente confiado como para contarle su historia. Le habló de las estrellas, de aquel bimbabumbabum, de las danzas de nocturno insomnio y de las noches que pasaron juntos. De sus alegrías y de su tristeza. Ella le miró. Más intensamente que nunca. Como si quisiera decir algo. Pero no dijo nada. Súbitamente…un brillo recorrió su mirada. Él se acercó ,más, más, más. Y descubrió lo imposible. Estaban allí. Siempre habían estado allí. Las estrellas que perseguía estaban ahora bailando en los ojos de aquella princesa que sonreía mirándole. Siempre allí. Ya no se apagarían al llegar el día y el bimbabumbabum le acompañaría siempre, cada vez que la mirara a los ojos, bailarían secretamente. Dondequiera que estuvieran cuandoquiera que fuera. Ya no habia distancia, ni tiempo que los separara.


"Cuento del Mono y las Estrellas", por el ReyMono, Julio de 2006

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